Para conservar mejor el motor del coche, el líquido refrigerante es esencial. Por eso es importante revisarlo y cambiarlo regularmente. De hecho, el refrigerante es un excelente aliado cuando las temperaturas exteriores suben mucho y pueden hacer que el motor se sobrecaliente y, como consecuencia, se estropee.
En verano y en invierno el coche necesita más atención que en otras estaciones. El motor es el corazón palpitante del coche y los daños que sufra pueden ser incluso irreparables.
Por eso, todos los coches disponen de un circuito de refrigeración con un radiador que intercambia el calor producido por el motor con el ambiente mediante agua. Este sistema funciona de forma autónoma cuando las temperaturas no son demasiado frías, de lo contrario el agua podría congelarse y, en consecuencia, aumentar de volumen y agrietar el radiador.
Para evitarlo, se utiliza el líquido refrigerante.
Cuándo cambiar el refrigerante del coche
Para algunos vehículos, los fabricantes recomiendan cambiar el líquido refrigerante cada 50.000 kilómetros. Otros, como Hyundai, afirman que el refrigerante en la mayoría de sus modelos puede cambiarse después de los primeros 100.000 y cada 50.000 kilómetros a partir de entonces. En el caso de Mercedes-Benz, el intervalo es de 50.000 kilómetros en algunos modelos, pero aumenta a 180.000 en otros.
Sin embargo, hay algunos fabricantes que consideran más correcto cambiar el líquido refrigerante con más frecuencia, sobre todo en coches sometidos a un servicio pesado. ¿Qué significa esto? Nos referimos a vehículos que se utilizan para recorrer largas distancias todos los días o muy a menudo, o incluso, por ejemplo, vehículos de remolque.
En cualquier caso, en la mayoría de los vehículos y especialmente en los modernos, se utilizan refrigerantes de larga duración que son capaces de proporcionar protección al motor durante mucho tiempo sin ningún problema.
Cómo cambiar el líquido refrigerante
En general, lo primero que hay que hacer para cambiar el líquido refrigerante es comprobar si está presente o no el tapón roscado del radiador, que se puede quitar con una simple llave de horquilla. Si no está presente, hay que desconectar uno de los manguitos del radiador, en particular el inferior.
Para recoger el líquido viejo, basta con equiparse con una palangana del tamaño adecuado para poder pasar sin obstáculos por debajo del radiador. Una vez vaciado, hay que volver a conectar el manguito o colocar el tapón roscado para no desperdiciar el líquido nuevo. Si el líquido que se ha drenado está muy sucio, sería aconsejable lavar el radiador.
Basta con llenarlo de agua, arrancar el motor y hacerlo funcionar durante unos minutos, el tiempo suficiente para que se caliente el habitáculo, tras lo cual se puede apagar. En ese momento se pasa a sustituir el agua por líquido refrigerante con la ayuda de un embudo. El nivel a alcanzar suele indicarse de forma transparente en el depósito de expansión, con una marca en el nivel mínimo y máximo.
En esta fase hay que prestar atención a la manguera, sobre todo si se ha desconectado previamente, ya que puede haber fugas. También hay que tener mucha paciencia, ya que el líquido tarda un poco en llenar todo el circuito.
Una vez alcanzado el nivel adecuado, cierra el tapón del respiradero y arranca el motor, sin perder de vista el instrumento del salpicadero que indica la temperatura. En este punto, da una vuelta para permitir que la bomba de agua elimine todo el aire residual.
Para comprobar que todo funciona correctamente, asegúrate de que el purgado se ha realizado y que todo funciona correctamente y que no hay fugas. Si todo está bien, compruebe de nuevo el nivel de líquido y rellénelo si es necesario. Esta operación también debe realizarse pasados unos días.
No obstante, la mejor manera de asegurarse de que todo está en orden es realizar el cambio en uno de los centros mecánicos de MotorTown. Puedes pedir cita en el que más te convenga y en la fecha que quieras. ¿A qué esperas para poner tu coche a punto para los próximos meses?